En esta nueva entrega, abordamos algunas estrategias para modular o gestionar lo que sentimos.

Retomamos esta temática fundamental en lo personal, laboral y social. Haciendo un repaso, recordemos que, en el primer artículo, estuvimos viendo los pilares de la Inteligencia Emocional relacionada con la empresa y a los equipos de trabajo. En el segundo artículo, les conté sobre las emociones, que son y cómo afectan de manera positiva o negativa nuestra conducta.

Hoy miraremos más en detalle este circuito emocional para que puedas empezar a comprender como funciona y ver uno de los puntos clave para gestionar las emociones este circuito inicia cuando aparece un estímulo. Este estimulo puede ser externo o interno. Ante estos estímulos a los cuales reaccionamos según nuestras experiencias previas, o nuestras creencias o información aprendida, surge una emoción.

Esta emoción impactara de manera positiva o negativa según como sea la información previa que tengo de ese estímulo. Veamos un ejemplo. Voy caminando con una amiga por la calle y de repente pasa una moto a mucha velocidad y generando un ruido muy fuerte. Mi amiga sigue caminando sin que esto le afecte. En cambio, yo (a modo de ejemplo), si anteriormente en mi historia tuve un accidente con una moto, vi un accidente de moto o un familiar lo sufrió, este estimulo puede generar en mí una emoción fuerte y quizás siento miedo, se acelera mi corazón o me quedo paralizada. Y también puede sentir todo esto junto a la vez.

Hasta acá tenemos dos componentes, el estímulo y la emoción. Podríamos decir tres porque el contexto y el entorno están presentes. (Luego de esto, que ocurre todo en cuestión de segundos, aparece el pensamiento. Y aquí tenemos un gran punto clave para gestionar emociones. Este pensamiento, que es nuestro dialogo interno nos dirá, esta moto me va a atropellar, o cualquier pensamiento que se pueda desatar unido a la experiencia previa que tuvimos.

Esto resultara en una acción que vamos a realizar guiados no por nuestro pensar racional, es decir realizaremos una acción que no está guiada por nuestra corteza prefrontal, aparecerá una acción inconsciente que tiene su base en la emoción (nuestro sistema límbico) que estoy sintiendo, en la experiencia previa y en lo que pienso. A raíz de esta acción tendremos un resultado o conducta final. En este ejemplo podríamos pensar que la acción podría ser, me quedo paralizada al cruzar la calle y podría tener un accidente, me pongo nerviosa y puedo tropezar y caer o quien sabe que acción puede resultar de este impacto emocional.

Pensemos en otro ejemplo relacionado esta vez al ámbito laboral. Voy camino a mi trabajo, se pincha la rueda de mi auto o pierdo el colectivo. Aparece en mi ansiedad, enojo, furia y pensamientos como, “siempre a mí me pasa lo peor”, “llegare tarde y tendré problemas en la empresa”. Con esta emoción y esos pensamientos llego a mi ámbito laboral y la forma en la que voy a encarar el día será de una manera bastante negativa, lo cual solo traerá más situaciones negativas o conflictos.

Debemos siempre recordar que somos seres emocionales y sociales viviendo una vida, una vida en la que siempre están pasando cosas, la diferencia radica en la actitud y en la forma que yo pueda ir procesando esto que pasa. Y un punto fundamental es ese pensamiento negativo que sigo alimentado y este sigue a su vez alimentando mi malestar, mi estado de ánimo y por lo tanto mi día entero.

Es aquí donde debo tomar una pausa y usar la reflexión, usar nuestra parte racional para que el pensamiento comience a cambiar y también nuestro sentir. La emoción no es algo que se puede elegir o controlar, la emoción llega, irrumpe. Lo que si podemos hacer es aprender a gestionar o modular lo que sentimos. Esto es una práctica de pausa, observación, reflexión, y dialogo interno. De esta manera, practicando todos los días esto se volverá un hábito que nuestro cerebro empieza a incorporar y cada vez será más fácil hacer una pausa, tomar una respiración, elegir que pensamiento quiere tener entendiendo que esto determinará mi acción, mi conducta y mis resultados.

Los únicos que podemos modificar nuestro mundo interno somos nosotros mismos, nadie puede hacerlo por nosotros. No podemos cambiar lo que nos sucedió, no podemos controlar la emoción para que no llegue. Si podemos empezar a gestionar esto, trabajando en nuestros procesos internos y en nuestros pensamientos. De esta manera nos empezamos a acercar a acciones y resultados más positivos.

Por: Lorena Sanhueza
Tec. en Consultoría Psicológica
Departamento de Salud y Bienestar, CPTN.