Desarrollar una agenda de “transición justa” es un horizonte necesario. ¿Qué desafíos deberá atravesar la provincia para conseguirlo?

El cambio climático se ha consolidado como uno de los mayores desafíos ambientales y sociales del siglo XXI. Lejos de ser un problema lejano, sus consecuencias se manifiestan en fenómenos extremos que impactan en la vida cotidiana: olas de calor prolongadas, incendios forestales, inundaciones repentinas y sequías históricas que afectan tanto a la producción de alimentos como a la salud de las poblaciones.

Pese a las advertencias de científicos, ambientalistas y organismos internacionales, el calentamiento global sigue avanzando. Esto obliga a los Estados, al sector privado y a la ciudadanía a repensar la forma en que se utilizan los recursos naturales, apostando a una planificación estratégica que permita alcanzar la transición energética.

El papel del metano en la crisis climática

Uno de los contaminantes más preocupantes es el metano, un gas de efecto invernadero cuya permanencia en la atmósfera es relativamente corta, pero cuyo potencial de calentamiento global es 80 veces superior al dióxido de carbono en un período de 20 años. Según estimaciones internacionales, el metano es responsable de alrededor del 25% del calentamiento actual del planeta.

En Argentina, la extracción y producción de petróleo y gas natural constituyen una de las principales fuentes de emisión de metano. El sector energético es responsable de la mayor fracción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el segundo mayor emisor de este gas a nivel nacional. Fugas en compresores, pérdidas en tanques de almacenamiento y la práctica del venteo de gas natural son algunas de las principales causas.

Vaca Muerta: oportunidad y desafío

La formación geológica de Vaca Muerta, ubicada en la cuenca neuquina, es considerada una de las más promisorias del mundo en cuanto a recursos no convencionales. Su desarrollo ha permitido a la Argentina posicionarse en el mapa energético global. Sin embargo, este potencial implica también enormes responsabilidades.

Por un lado, el gas natural extraído en Vaca Muerta se presenta como un combustible de transición, capaz de sustituir a fuentes más contaminantes como el carbón, el fuel oil y el gasoil. Esta sustitución reduce la intensidad de la huella de carbono en la matriz energética. Por otro lado, el incremento en la producción conlleva la necesidad urgente de medir, controlar y reducir las emisiones asociadas, especialmente las de metano.

La oportunidad histórica radica en utilizar esta riqueza energética no solo como motor económico, generador de divisas, demanda de servicios y empleos regionales, sino también como puente hacia una matriz más diversificada, que incorpore progresivamente energías renovables como la solar y la eólica, además de impulsar la electromovilidad mediante baterías de litio.

Políticas públicas y marco regulatorio

La transición energética no puede basarse únicamente en el mercado. Requiere políticas públicas claras, sostenidas y participativas que establezcan un marco regulatorio sólido. En este sentido, la provincia de Neuquén ha dado un paso importante con la implementación de la Resolución 285/25, que establece un programa de monitoreo de emisiones en el sector hidrocarburífero y obliga a las empresas a reportar anualmente sus emisiones.

Asimismo, se promueve una mesa unificada junto con el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) para abordar esta problemática de manera integral, con la participación del Estado, la industria y especialistas técnicos. Estas iniciativas permiten avanzar en la construcción de un sistema de información confiable, con metodologías estandarizadas para la medición de metano, dióxido de carbono y óxido nitroso, este último responsable de fenómenos como la lluvia ácida.

El objetivo es claro: generar datos precisos que permitan tomar decisiones efectivas en materia de mitigación, adaptando la producción energética a los compromisos internacionales asumidos por el país, como el Acuerdo de París.

Una transición justa y sostenible

La transición energética no debe reducirse a una cuestión tecnológica. Implica también un cambio cultural, educativo y social. La formación de profesionales técnicos con una visión integral de la gestión ambiental es clave para que las nuevas generaciones comprendan que desarrollo económico y sostenibilidad no son conceptos opuestos, sino complementarios.

Avanzar hacia un modelo energético más limpio requiere también procesos participativos que integren a las comunidades locales, en especial aquellas que conviven con la actividad hidrocarburífera. El desafío es garantizar que los beneficios económicos no se concentren en pocos actores, sino que se traduzcan en mejoras sociales, infraestructura y oportunidades laborales para toda la región.

En este sentido, la llamada “transición justa” se convierte en un horizonte necesario: un proceso que reduzca la huella de carbono sin dejar de lado la inclusión social y la generación de empleo.

Un futuro en construcción

El camino hacia la descarbonización es largo y complejo. No se trata únicamente de sustituir combustibles fósiles por renovables, sino de rediseñar un sistema energético completo que responda a las demandas de desarrollo, equidad y sostenibilidad.

La experiencia de Neuquén, con Vaca Muerta como eje y la implementación de políticas pioneras en monitoreo ambiental, puede convertirse en un modelo de referencia nacional e internacional. Pero para ello será necesario profundizar la cooperación entre el Estado, el sector privado, la academia y la sociedad civil. La construcción de nuevos paradigmas energéticos exige valentía, visión estratégica y compromiso colectivo. Solo así será posible avanzar hacia una matriz diversificada, resiliente y baja en carbono, capaz de enfrentar los desafíos del cambio climático y garantizar un futuro equilibrado entre desarrollo y ambiente.

Por: MMO José Francisco Carballo
Coordinador del Departamento de Energías – CPTN

Artículo publicado en la sección Espacio TEC de la edición de Septiembre de Energía Patagonia