Es un mecanismo que busca la autorregulación de nuestras emociones y que trae beneficios a largo plazo.
Como venimos hablando en artículos anteriores, esto depende mucho de trabajar en nuestro autoconocimiento, en nuestros pensamientos, en nuestro diálogo interno, en el sistema de frenado y otros recursos de autogestión. Para retomar el tema vamos a aprender un ejercicio básico para practicar en nuestro día a día. Te sugiero tener esta imagen a mano, puede ser en el celular, en tu lugar de trabajo o pegada en la heladera como recordatorio.
Es un ejercicio que parece muy sencillo, pero ¿lo es? La gestión de nuestras emociones requiere de mucha conciencia, no es magia, ni es algo que resolvemos de un día para otro. Hace falta poner de nuestras ganas y nuestra voluntad para poner en acción estas tres consignas que propone este ejercicio. Veamos un poco de que se trata.
Semáforo emocional
ROJO: PARARSE. Cuando no podemos controlar una emoción (sentimos mucha rabia, queremos agredir a alguien, nos ponemos muy nerviosos…) tenemos que pararnos como cuando un coche se encuentra con la luz roja del semáforo.
AMARILLO: PENSAR. Después de detenerse es el momento de pensar y darse cuenta del problema que se está planteando y de lo que se está sintiendo.
VERDE: SOLUCIONARLO. Si uno se da tiempo de pensar, pueden surgir alternativas o soluciones al conflicto o problema. Es la hora de elegir la mejor solución.
En primer lugar, la propuesta es frenar, parar, detenerse. La emoción no es algo que podemos elegir, simplemente llega y nos invade sin pedir permiso. Estas emociones también llegan en sensaciones físicas como calor, tensión, respiración acelerada, etc.
Es acá cuando deberíamos activar nuestro sistema de frenado, con mucha voluntad, ya que no es algo que surge de manera natural en nosotros o en nuestro cerebro. Es dejar en pausa esa acción que quiero realizar desbordado por la emoción y sin razonar demasiado, lo cual seguramente traerá un resultado desfavorable.
Una vez que logro frenar, es momento de activar nuestra corteza prefrontal, es decir nuestro razonamiento, análisis y reflexión sobre lo que sucede. Es momento de pensar en las consecuencias que tendrá mi acción si la realizo de manera impulsiva, tomado por la emoción. Tomarse el tiempo necesario para que la intensidad de la emoción disminuya y nuestro cerebro pueda activar sus funciones ejecutivas (reflexionar, pensar, analizar, regular), y así de esta manera, más en calma, poder realizar la toma de decisiones.
El tiempo que cada uno necesita es individual, pueden ser horas o días, o más si es necesario, para lograr mirar la situación o conflicto con más tranquilidad y así también lograr más claridad sobre el asunto y como quiero continuar con el mismo. Este tiempo nos da la posibilidad de encontrar nuevas soluciones, nuevas miradas y formas de resolver. Cuando te sientas listo es hora de avanzar.
El objetivo es actuar sin estar dominado por la emoción y llegar a resultados más favorables y saludables del conflicto. Si bien esta técnica es muy utilizada en niños, su aplicación es muy eficaz para adolescentes y adultos. Podés utilizarla cuando estás en conflicto con algo externo o interno. Por ejemplo, en un momento de ansiedad, aprender a frenar, hacer una pausa, reflexionar, centrarte y luego continuar con luz verde
La gestión de emociones es un desafío, por lo que debemos tenernos paciencia en el proceso. Lo que tenés que saber es que a largo plazo te traerá resultados positivos.
Por: Lorena Sanhueza
Téc. en Consultoría Psicológica MP TEC 01503
Departamento de salud y Bienestar – CPTN
Contacto: comisionbienestarcptn@gmail.com



